8 Ago 2025, Vie

Cuba: La Realidad Oculta del Consumo de Drogas

En barrios populares, en portales o por Telegram, las drogas en Cuba ya no son un mito importado. Se cocinan, se venden y se consumen cada día más. El químico, una mezcla tóxica, está dejando jóvenes fuera de sí y un silencio oficial cada vez más peligroso.

Jóvenes en Cuba, abatidos por la desidia, el desocupamiento y el avance de las drogas. (Foto: elToque)

Patricia Martínez
25 MAY 2025 – 16:35 (CEST)

Durante años, la narrativa oficial del Estado cubano ha sido clara: Cuba no es un país consumidor de drogas, sino una isla vigilada y segura, amenazada solo por las redes internacionales de narcotráfico que usan sus costas como puente hacia el norte. Sin embargo, en los márgenes de esa propaganda, una red interna de elaboración, distribución y consumo de sustancias psicoactivas ha crecido silenciosamente, alimentada por la precariedad, el ocultamiento oficial y la falta de respuestas sanitarias. En zonas urbanas densas como La Habana, Santiago de Cuba, Holguín o Santa Clara, las drogas no solo se consumen: también se producen y distribuyen con métodos improvisados y riesgosos. Jóvenes, adolescentes e incluso ancianos se ven involucrados, directa o indirectamente, en una cadena que abarca desde la fabricación casera de crack hasta la reventa de psicofármacos desviados del sistema de salud.

Producción artesanal: la cocina del crack cubano

A diferencia de otros países con carteles o redes internacionales estructuradas, en Cuba la mayoría de las drogas de consumo interno no se importan, sino que se producen a escala local y de forma artesanal. El ejemplo más preocupante es el del crack, conocido popularmente como “piedra” o “la muerte lenta”. Esta sustancia se elabora a partir de la cocaína base, que entra en pequeñas cantidades al país —según fuentes no oficiales— desde Jamaica, Haití o Venezuela, generalmente vía marítima o aérea por mulas. Una vez en territorio cubano, la cocaína es procesada con bicarbonato de sodio, amoníaco, cal y otros químicos disponibles en farmacias o mercados informales. El resultado es una piedra sólida y blanquecina que se fuma en pipas improvisadas, latas, bombillas rotas o utensilios metálicos.

Un joven de 27 años en el municipio Diez de Octubre, La Habana, bajo anonimato, explicó a DisiClaro cómo aprendió a “cocinar” la piedra tras ver videos offline y recibir instrucciones de otro consumidor habitual: —Te hace falta un fogón eléctrico, un cacharro donde mezclar, bicarbonato y algo para secar. En 20 minutos tienes para vender y consumir —dice—. Es rápido y rinde más que la coca, aunque te fríe el cerebro más rápido también. Según este mismo testimonio, un gramo de crack se puede vender en el mercado informal entre 1 000 y 1 500 pesos cubanos (alrededor de 2 a 3 dólares al cambio del mercado negro en 2025). Se vende en pequeñas dosis envueltas en papel o plástico, a menudo en portales, solares, parques o incluso cerca de escuelas.

Las pastillas: el nuevo opio

Otra modalidad de consumo en auge es el uso de psicofármacos fuera de prescripción médica. Entre los más utilizados se encuentran el Clonazepam, Diazepam, Nitrazepam, Amitriptilina, Carbamazepina y Fenobarbital. Estos medicamentos, concebidos para tratar trastornos mentales o neurológicos, son adquiridos en farmacias por personas que fingen síntomas, sobornan a médicos o simplemente los compran a trabajadores del sistema de salud que los desvían del inventario. El Clonazepam, por ejemplo, se comercializa bajo el nombre de Rivotril en farmacias, aunque en la calle se conoce como “las clonas”. Una caja de 30 tabletas puede costar entre 500 y 800 pesos si se adquiere con receta, pero en el mercado informal su precio se duplica o triplica. Los consumidores suelen triturar las tabletas y mezclarlas con bebidas alcohólicas o con marihuana para potenciar su efecto. Una enfermera de un hospital en La Habana afirmó que ha visto adolescentes de hasta 14 años llegar a urgencias tras ingerir cócteles de Diazepam con ron: —Llegan con convulsiones, pérdida de conciencia, y muchos de ellos ya son reincidentes —relató—. Pero no hay protocolos para seguimiento, ni centros de rehabilitación donde enviarlos.

Marihuana y cultivo doméstico

Aunque la marihuana no crece naturalmente con facilidad en Cuba, algunos consumidores han comenzado a cultivarla en casas particulares, patios interiores o zonas rurales. En la plataforma de compraventa informal Revolico, se han detectado anuncios encubiertos que ofrecen “flores aromáticas” o “productos naturales para aliviar el estrés”, e incluso semillas. El cultivo, aunque aún limitado, ha mejorado en técnicas. Se utilizan fertilizantes, iluminación LED casera, y hasta sistemas de irrigación improvisados. Según testimonios recogidos en la provincia de Mayabeque, hay quienes plantan hasta cinco o seis matas al año, suficientes para autoconsumo y venta local. En la calle, un cigarro de marihuana cuesta entre 300 y 600 CUP, dependiendo de la calidad. Se distribuye envuelto en papel de libreta, periódicos o tubos de hoja de palma. La marihuana cubana tiene bajo contenido de THC (el compuesto psicoactivo), pero la mezcla con alcohol, cafeína o incluso pesticidas improvisados puede elevar su peligrosidad.

El químico: una droga sintética de alto riesgo

Una de las drogas más recientes y peligrosas en circulación es conocida popularmente como “el químico”. Se trata de una sustancia psicoactiva sintética, derivada de cannabinoides artificiales o mezclas de solventes industriales con efectos neurológicos impredecibles. La elaboración del químico se hace de forma artesanal, mezclando productos como acetona, thinner, insecticidas, o incluso pegamentos industriales con tabaco común o hierbas secas. Esta mezcla se rocía, se deja secar y luego se fuma. En ocasiones, también se añade Clonazepam para intensificar el efecto. Distribuida mayoritariamente entre adolescentes de barrios populares, esta droga ha ganado notoriedad por su bajo precio y efecto inmediato. Un cigarro de “químico” puede costar apenas 100 o 150 CUP. En redes sociales como Facebook, Tiktok, YouTube o Telegram, han circulado numerosos videos —principalmente grabados por otros jóvenes— donde se observa a los consumidores totalmente desorientados, convulsionando o en estados de alucinación extrema en plena vía pública. Un caso ampliamente comentado en redes fue el de un menor de edad en Alamar, La Habana, captado en video mientras gritaba incoherencias y se golpeaba contra el suelo tras consumir el químico. El video fue compartido más de 20 000 veces antes de ser eliminado por la plataforma. Un psicólogo en Cienfuegos advirtió que esta droga puede causar daño cerebral irreversible en pocas semanas de consumo habitual:—Es una bomba de tiempo. Muchos chicos ni saben lo que están fumando. Y los efectos pueden parecerse a la esquizofrenia, con brotes psicóticos agudos difíciles de revertir.

Perfil del consumidor: jóvenes, marginalidad y escape

Según datos internos filtrados por un exfuncionario del Ministerio de Salud Pública en 2023 —y corroborados por ONGs en el exilio—, el grupo de mayor consumo se sitúa entre los 15 y 35 años. La mayor parte de los consumidores son varones, aunque se ha reportado un aumento del consumo entre mujeres jóvenes en contextos de prostitución, pobreza extrema o abandono familiar. En zonas como San Miguel del Padrón, el reparto El Condado (Santa Clara), o barrios periféricos de Santiago de Cuba, se ha identificado una correlación directa entre bajos ingresos, desempleo y adicción. El consumo de drogas aparece como válvula de escape frente a un futuro sin oportunidades, y también como alternativa de ingresos.

Estadísticas invisibles

Las cifras oficiales sobre consumo y adicción no se publican con regularidad. Sin embargo, el Anuario Estadístico de Salud de 2022 mencionaba 1 872 ingresos hospitalarios por “trastornos mentales y del comportamiento debido al uso de sustancias psicoactivas”, un aumento del 48 % con respecto a 2018. Expertos estiman que por cada caso hospitalizado hay al menos cinco no registrados. Por otro lado, en 2023 el Ministerio del Interior informó la incautación de 212 kilogramos de drogas en territorio nacional, pero no especificó cuánto era para tránsito y cuánto destinado al consumo interno. La mayoría correspondía a marihuana (178 kg), seguido por cocaína (22 kg) y crack (9 kg). El número de causas judiciales por delitos relacionados con drogas también ha crecido. El Tribunal Supremo Popular indicó en un informe parcial que durante 2023 se dictaron 312 sentencias por “tenencia ilícita de drogas”, con penas que van desde los 4 hasta los 20 años. La falta de transparencia impide saber cuántas de estas personas eran consumidores no violentos, sin vínculos con redes criminales.

Red de distribución: el nuevo mercado negro digital

El comercio de drogas en Cuba ha evolucionado hacia formas más discretas y digitalizadas. Aunque gran parte de la distribución aún ocurre en barrios populares mediante redes informales, el uso de aplicaciones de mensajería como Telegram se ha vuelto cada vez más común, especialmente entre jóvenes consumidores. Un joven consumidor en La Habana relató a DisiClaro cómo encontró un grupo de venta y fue contactado por un proveedor a través de un canal en Telegram:—Era un grupo cerrado donde vendían de todo: “clonas”, piedra, marihuana, hasta goteros de CBD que supuestamente traían de afuera. Usaban seudónimos y pedían solo mensajes privados. Me entregaron la primera vez en el Vedado, en una moto, como si fuera una pizza. El canal, que fue posteriormente eliminado o migrado, operaba bajo nombres codificados y contaba con más de 300 miembros activos. El proveedor enviaba listas de precios semanales, instrucciones para el consumo, y exigía transferencias mediante Transfermóvil o pagos en MLC (Moneda Libremente Convertible), una señal de que los vendedores estaban conectados también con el mercado de divisas informal. Además del uso de Telegram, algunos vendedores utilizan estados de WhatsApp con códigos (“flores”, “tabletas para dormir”, “aroma fuerte”), o incluso perfiles falsos en Facebook con anuncios que aparentan ser ventas de productos naturales o suplementos. Esta transición a plataformas digitales ha dificultado aún más el rastreo por parte de las autoridades, especialmente en un contexto donde la vigilancia policial prioriza el control político sobre el crimen organizado.

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Un comentario sobre «Cuba: La Realidad Oculta del Consumo de Drogas»
  1. En Cuba siempre a existido la droga, no al nivel de otros como México, Colombia, etc. pero siempre a habido, la gente inventa y la crisis y la situación en el país ahora más.

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