8 Ago 2025, Vie

Se vuelca un camión con cervezas en Marianao y cientos de cubanos se lanzan a recogerlas

En Pogolotti, un camión de cerveza se volcó y bastaron segundos para que la calle se llenara de personas cogiendo las latas . No fue fiesta, fue reflejo de un país donde lo caído del camión vale más que lo prometido desde arriba. Correr tras una lata es, hoy, correr tras dignidad.

Redacción DisiClaro
La Habana | 19 JUN 2025 | 09:10 AM

En la mañana del pasado martes, una escena poco común pero profundamente reveladora tuvo lugar en el barrio Pogolotti, en Marianao, La Habana. Un camión que transportaba cajas repletas de cerveza Cristal perdió el control y volcó gran parte de su carga en plena calle, esparciendo cientos de latas sobre el pavimento. Lo que podría haber sido simplemente un accidente de tránsito se convirtió en un momento que expuso de forma cruda la realidad cotidiana que enfrentan miles de cubanos: una estampida de personas lanzándose a recoger las cervezas como si fueran un producto cotidiano.

El video del suceso fue difundido rápidamente en redes sociales y medios digitales, mostrando una escena donde niños, adultos, motonetas y peatones se abalanzan sobre las latas caídas. La mezcla de risas nerviosas, miradas agotadas y movimientos frenéticos revela la urgencia de quienes intentan aprovechar esa oportunidad, mientras otros observan resignados. Lo que podría parecer un momento de diversión o “viveza criolla” no es más que una ilustración dolorosa de la necesidad que empuja a tantas personas a actuar con desesperación cuando se presenta la ocasión.

Para entender por qué esta escena conmueve y genera tanto debate, es necesario mirar más allá de la simple caída de un camión. En Cuba, donde el salario mínimo apenas supera los 2,100 pesos mensuales, una lata de cerveza Cristal puede costar hasta 250 pesos en el mercado informal, o más aún en las zonas turísticas. Esto convierte a una cerveza, que en otras partes del mundo podría ser un simple producto cotidiano, en un lujo que pocos pueden permitirse. Por eso, lo ocurrido en Pogolotti no fue una celebración, sino una estampida motivada por la urgencia, la escasez y la precariedad.

Esta situación es un reflejo de un sistema que ha llegado a su límite. No se trata únicamente de la cerveza. En Cuba, conseguir alimentos básicos como arroz, frijoles o pan puede convertirse en una odisea diaria que exige horas de espera en largas colas, paciencia y suerte. El desabastecimiento es constante y los precios, cuando existen productos, suben sin control. La libreta de racionamiento, otrora una garantía mínima, hoy es cada vez más insuficiente y, en muchos casos, inútil. En este contexto, la caída de un cargamento de cervezas se transforma en un evento social que revela la realidad de un pueblo acostumbrado a vivir con lo justo y a aprovechar cualquier oportunidad para mejorar su día a día, por mínima que sea.Lo que más llama la atención no es la rapidez con que se recogieron las latas, sino la normalización de estas escenas. En Cuba, estas imágenes ya no sorprenden ni escandalizan. Se repiten de formas diferentes en todo el país: mercados con estantes vacíos, tiendas que cierran temprano, apagones prolongados y servicios públicos que no funcionan adecuadamente. Esta rutina de precariedad ha generado una cultura donde la necesidad impera y la solidaridad, aunque presente, no siempre es suficiente para mitigar el desgaste social.

Sigue nuestro canal de WhatsApp y recibe las noticias de DisiClaro en Telegram.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *