6 Ago 2025, Mié

Los trabajadores azucareros viven a duras penas, mientras Cuba solo produce un 21% del azúcar previsto

Durante décadas, la producción azucarera fue un pilar fundamental en la economía de Camajuaní y de Cuba en general. Sin embargo, hoy la realidad es muy distinta: la industria azucarera atraviesa una crisis profunda que afecta tanto a la producción como a los trabajadores que dependen de ella. La situación local: producción y condiciones de trabajo.

Durante los tiempos de gloria de la industria azucarera, los campos de caña se extendían como un mar verde interminable. (14ymedio)
Yankiel Gutierrez Faife
Santa Clara | 10 JUN 2025 | 11:20 AM

En Camajuaní, varios centrales azucareros históricos, como el central Fe y La Julia, enfrentan problemas severos. Por un lado, la producción de caña ha bajado considerablemente. En La Julia, por ejemplo, la cooperativa agrícola local debe encargarse de la producción, pero la cantidad de caña que se recoge es mucho menor que hace años, debido a la falta de insumos básicos como fertilizantes y combustibles, y también a la escasez de maquinaria en condiciones.

Los macheteros, quienes realizan el corte manual de la caña, sufren retrasos en sus pagos y salarios bajos. En promedio, los sueldos rondan entre 2,500 y 5,000 pesos cubanos al mes -equivalente a 12.50 euros, cifra muy insuficientes para cubrir las necesidades básicas de las familias. Esta situación genera descontento y desmotivación, y en algunos casos ha llevado a que muchos trabajadores abandonen el campo o busquen otras fuentes de ingresos.

Además, en la zona de Rosalía, la infraestructura vinculada a la producción azucarera está en mal estado o directamente ha sido desmontada, lo que contribuye a la caída de la producción y limita la capacidad de respuesta ante la demanda. Por otro lado, algunos agricultores han comenzado a diversificar sus cultivos. En parcelas cedidas por la cooperativa, se siembran productos como frijoles y maní, intentando compensar la baja rentabilidad y los problemas asociados al cultivo de caña. Sin embargo, la falta de maquinaria y recursos sigue siendo un obstáculo importante para mejorar las condiciones productivas.

El transporte también es una dificultad. La carencia de vehículos y la mala infraestructura dificultan el traslado de la caña a los centrales para su procesamiento, lo que agrava la pérdida de materia prima.

La zafra en números: una realidad preocupante

Según datos oficiales y reportes recientes, en la zafra 2024-2025 solo están operando seis de los 14 centrales previstos en Cuba, lo que representa menos de la mitad. La cantidad de caña molida apenas alcanza el 25% de lo planificado, y la producción de azúcar solo llega al 21% de la meta establecida.Dionis Pérez Pérez, director de Informática, Comunicación y Análisis del grupo estatal AZCUBA, reconoció estas cifras, aunque señaló que la eficiencia en los procesos es del 90%. Sin embargo, la arrancada tardía y la no incorporación de ocho centrales —que acumulan el 75% de la deuda del sector— han dejado al sector en una posición muy difícil.

Las causas son múltiples: el caos energético que sufre el país ha retrasado las reparaciones de los centrales y sus talleres; la falta de combustible limita la capacidad operativa; y la escasez de piezas y materia prima afecta incluso la entrega de oxígeno para los procesos industriales.

El financiamiento para la zafra ha sido insuficiente: solo se ha cubierto un 10% del mínimo necesario para llevar adelante el proceso productivo. Esto pone en serio riesgo la sostenibilidad de la industria, que a día de hoy genera poco más que pérdidas y dificultades.

El declive histórico de la industria azucarera cubana

Para entender el estado actual, es necesario mirar hacia atrás. En 1958, Cuba contaba con 161 centrales azucareros en funcionamiento y llegó a exportar más de seis millones de toneladas de azúcar. La industria estaba fuertemente vinculada a la inversión extranjera, especialmente norteamericana, y era la principal fuente de empleo y riqueza del país. Desde 1959, con la llegada de la Revolución y la nacionalización de los centrales, la industria comenzó un proceso de deterioro. La economía centralizada y la falta de inversión adecuada han ido afectando la capacidad productiva y la infraestructura.

En la segunda mitad de los años 80, Cuba producía en promedio más de 7.5 millones de toneladas de azúcar al año, con cerca de 156 centrales en operación. Sin embargo, en el período 2011-2015 la producción promedio cayó a 1.6 millones de toneladas, con solo 56 centrales funcionando. Para 2023, la producción apenas alcanzó 322,290 toneladas, una cifra más baja que en 1861, cuando el país no tenía ni centrales y la producción era artesanal.

El economista Emilio Morales ha calificado este declive como un “cáncer terminal” de la industria azucarera cubana, una situación que parece no tener una solución a corto plazo sin una reforma profunda.

Los trabajadores y el éxodo de personal calificado

Uno de los problemas más graves es la pérdida de fuerza laboral especializada. El éxodo de técnicos, ingenieros y trabajadores calificados hacia otros sectores o países ha dejado a la industria sin el personal necesario para operarla eficientemente, los bajos salarios, la falta de incentivos y las malas condiciones laborales contribuyen a esta fuga de talento, lo que agrava aún más la crisis.

Las perspectivas y los desafíos por delante

La recuperación de la industria azucarera en Cuba implicaría una inversión estimada de 10,000 millones de dólares, según expertos. Para lograrlo, habría que reestructurar completamente el sector, modernizar la maquinaria, mejorar las condiciones de los trabajadores y pasar a un modelo con participación del sector privado y mayor apertura a la economía de mercado.

El gobierno ha anunciado medidas para salvar la industria, como la aprobación de nuevos modelos de negocios, introducción de empresas mixtas, negociaciones con inversiones extranjeras y la búsqueda de vínculos con países del BRICS. Sin embargo, hasta ahora los resultados son limitados y la crisis persiste.

La zafra pasada y la actual muestran una reducción en el número de centrales en operación y en la producción, con dificultades para cumplir los planes de producción y abastecimiento interno, lo que se refleja en la escasez de azúcar en los mercados y la necesidad de importar para cubrir la demanda.

El propio presidente Miguel Díaz-Canel reconoció recientemente que el sector está en un momento difícil, con reparaciones incompletas y recursos limitados, y que la zafra planificada es prácticamente imposible de cumplir.

Un panorama general de la crisis azucarera en Cuba

La crisis en Camajuaní es apenas una muestra del estado general de la industria azucarera cubana, que históricamente fue la columna vertebral de la economía nacional. Hoy, menos de la mitad de los centrales previstos están en funcionamiento, la molienda de caña apenas llega al 25% de lo planificado y la producción de azúcar apenas alcanza el 21%. Este desastre productivo tiene múltiples causas, que incluyen: Problemas estructurales históricos: La nacionalización y centralización de la industria desde 1959, la falta de inversión adecuada y el deterioro constante de infraestructura.

Factores recientes: Crisis energética, escasez de insumos, falta de financiamiento, déficit de combustible, y falta de maquinaria y repuestos. Desmotivación y fuga de personal: Salarios bajos, malas condiciones laborales y éxodo de técnicos y trabajadores especializados. Políticas gubernamentales: La insuficiente asignación de recursos al sector azucarero y la prioridad a otros sectores como el turismo. El resultado es una industria que no solo no cubre la demanda interna, sino que ha perdido su capacidad exportadora y genera pérdidas económicas y sociales importantes. El impacto no es solo económico, sino también cultural. La industria azucarera fue durante décadas un símbolo de la identidad cubana, y su declive afecta a comunidades enteras que dependían de ella para vivir.

Para revertir esta situación, se necesitaría un cambio profundo en la forma de gestionar y operar el sector, con inversiones millonarias, apertura a la iniciativa privada y una revisión de las políticas estatales. Hasta entonces, la producción de azúcar en Cuba continuará en niveles bajos, con una industria envejecida y una fuerza laboral reducida y desmotivada. La crisis azucarera es un reflejo más de los problemas económicos que enfrenta el país y un desafío que requerirá tiempo y voluntad política para superar.

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