Un video reciente muestra a Santiago de Cuba sumida en la oscuridad por los apagones, mientras el Hotel Casa Granda brilla intensamente. La escena refleja una política estatal que prioriza el turismo internacional sobre las necesidades básicas de los cubanos, alimentando el malestar ciudadano y la desigualdad energética en la isla.

28 MAY 2025 – 13:20 (CEST)
Un video difundido en redes sociales por el comunicador independiente Yosmany Mayeta Labrada ha reavivado la indignación en torno a las prioridades del régimen cubano. Las imágenes, tomadas desde una motocicleta en movimiento, muestran a la ciudad de Santiago de Cuba envuelta en tinieblas por un apagón prolongado, mientras el Hotel Casa Granda, uno de los más emblemáticos de la urbe, permanece completamente iluminado.
El contraste es brutal: calles oscuras, viviendas sin luz, peatones desplazándose entre sombras… y un hotel reluciente, símbolo del modelo económico basado en el turismo que el gobierno promueve a toda costa. La escena no solo expone la desigualdad en el acceso a la electricidad, sino también una política de Estado que sacrifica el bienestar de los ciudadanos para sostener un sector que no responde a las urgencias del pueblo.
“No es eficiencia ni planificación, es simplemente una burla”, comentaba un usuario al compartir el video. Y es que, mientras Santiago de Cuba y otras provincias sufren apagones de hasta 20 horas diarias, las zonas turísticas y los hoteles reciben energía constante. Esta política, lejos de ser nueva, se ha hecho más evidente y dolorosa para una población cada vez más empobrecida.
Desde la llegada al poder de Miguel Díaz-Canel en 2018, el régimen ha intensificado la inversión en el sector turístico, canalizando miles de millones a través del consorcio militar GAESA. Según cifras de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), en 2024 se destinaron más de 36.800 millones de pesos cubanos a actividades vinculadas al turismo, mientras que sectores esenciales como la salud y la agricultura recibieron una fracción mínima de ese monto.
Solo en servicios empresariales, actividades inmobiliarias y alquileres se invirtieron 24.907 millones de CUP, y en hoteles y restaurantes, 11.936,5 millones. En contraste, la salud pública apenas recibió 1.977,4 millones, y la agricultura, 2.645,5 millones. La desproporción es tan evidente como alarmante.
La construcción de hoteles de lujo, como la Torre K-23 en La Habana, cuyo costo se estima entre 226 y 565 millones de dólares, ilustra esa prioridad del régimen. Mientras tanto, las obsoletas termoeléctricas del país se deterioran sin el mantenimiento necesario, agravando una crisis energética que golpea directamente al ciudadano común.
El video desde Santiago no es una excepción. Es un espejo de lo que sucede en muchas partes de Cuba, donde los recursos públicos se destinan a infraestructuras turísticas que benefician a una élite empresarial vinculada al Estado, mientras millones de cubanos enfrentan apagones, escasez de alimentos y hospitales en ruinas.
La imagen del Hotel Casa Granda encendido en medio de la oscuridad se convierte así en un símbolo de la contradicción más profunda del modelo económico cubano: un país a oscuras que brilla solo para el extranjero.
La imagen del Hotel Casa Granda encendido en medio de la oscuridad se convierte así en un símbolo de la contradicción más profunda del modelo económico cubano: un país a oscuras que brilla solo para el extranjero. El turista que llega buscando sol, historia y «autenticidad» puede dormir con aire acondicionado, luces encendidas y agua caliente, mientras que la mayoría de los cubanos sobrevive entre apagones interminables, alimentos racionados y hospitales colapsados. Esta doble realidad profundiza la fractura entre un discurso oficial que habla de justicia social y una práctica económica que privilegia la captación de divisas a cualquier costo, incluso el de abandonar a su propio pueblo a la penumbra, literal y figuradamente. Cada hotel que se ilumina mientras un barrio se apaga es un recordatorio de que en Cuba la luz no se reparte, se vende.
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